China convoca al embajador estadounidense en Pekín y le advierte de que “está jugando con fuego” ante una visita que reunió a la presidenta de la Cámara de Representantes con la mandataria Tsai Ing-wen
Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, enfatizó este miércoles ante la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, el compromiso de su país con la isla autogobernada que China considera parte de su territorio. Lo hizo antes de concluir una visita de apenas 24 horas que ha enfurecido a Pekín y ha tensado las relaciones entre las dos superpotencias. “Estados Unidos ha venido para dejar claro que no abandonaremos a Taiwán”, dijo Pelosi mientras China seguía elevando el tono de sus advertencias. En torno a las seis de la tarde, hora local (doce del mediodía en la España peninsular), la política estadounidense abandonaba la isla en la visita más polémica que se recuerda de las últimas décadas.
El Gobierno chino convocó en la noche del martes al embajador estadounidense en Pekín, Nicholas Burns, para expresarle su protesta por la visita y advertirle de que su país “está jugando con fuego”. En la mañana del miércoles, horas antes de que Pelosi abandonara la isla, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, definió su viaje a Taiwán como “una completa farsa” que “viola gravemente la soberanía” de su país. “Quien ofenda a China será castigado”, añadió Wang.
Mientras al otro lado del estrecho de Formosa (o de Taiwán) el tono de las advertencias no dejaba de aumentar, Pelosi subrayaba ante el Parlamento taiwanés el carácter “crucial” de la solidaridad de Washington hacia la isla. La presidenta Tsai dijo querer convertir a Taiwán en “una fuerza estabilizadora clave” para la región. Las dos dirigentes se reunieron en la Oficina Presidencial en Taipéi, donde mantuvieron una prolongada conversación sobre la salvaguardia de las libertades, la democracia y los derechos humanos.
La jefa del Ejecutivo taiwanés agradeció el viaje de Pelosi otorgándole la más alta distinción de la isla, tras lo que la política estadounidense escribió en su cuenta de Twitter: “Es para mí un gran y humilde privilegio aceptar en nombre del Congreso la Orden de la Nube Propicia con Gran Cordón Especial: un símbolo de la fuerte y duradera amistad de Estados Unidos con Taiwán”.
Pelosi había aterrizado el martes por la noche en Taiwán, a pesar de las continuas advertencias reiteradas por China y los propios consejos en contra del Gobierno estadounidense. El gigante asiático considera la isla autogobernada parte inalienable de su territorio, y no concibe que políticos extranjeros la visiten, pues lo interpreta como un apoyo a la independencia y a quienes define como “secesionistas”. La demócrata, de 82 años, es además la tercera autoridad del Estado, solo por detrás del presidente, Joe Biden, y la vicepresidenta, Kamala Harris, y la segunda en la línea de sucesión de Biden si este se viera imposibilitado de ejercer su cargo. Su viaje es el primero que un político estadounidense de tan alto nivel lleva a cabo a Taiwán en los últimos 25 años, desde que uno de sus predecesores en el cargo, el republicano Newt Gingrich, visitara la isla en 1997.
“Hoy el mundo decide entre la democracia y la autocracia”, dijo Pelosi. “La determinación de Estados Unidos de preservar la democracia aquí en Taiwán y alrededor del mundo se mantiene inalterable”, agregó. Según la legisladora, conocida por su fuerte oposición al Partido Comunista de China, su visita, además de traer “grandes oportunidades de cooperación”, ha tenido tres objetivos: “Uno es la seguridad; seguridad para nuestros pueblos y para el mundo. Otro es económico, pues debemos expandir la mayor prosperidad posible. El tercero es la gobernanza”.
La presidenta Tsai recalcó que Pelosi es “una verdadera amiga de Taiwán” y agradeció a la delegación de congresistas estadounidenses su trabajo para mejorar las relaciones bilaterales. “Taiwán se compromete a mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”, enfatizó. “Defenderemos con firmeza la soberanía de nuestra nación y mantendremos la línea de defensa de la democracia”, continuó Tsai, líder del Partido Progresista Democrático de Taiwán.
Antes de abandonar la isla, Pelosi se reunió con activistas de derechos humanos muy críticos con Pekín. Entre otros, estaban Wuer Kaixi —disidente chino y líder de las protestas estudiantiles de Tiananmen de 1989—, Lee Ming-che —activista taiwanés detenido en China en 2017 y encarcelado por subversión—, y Lam Wing-kee —antiguo propietario de la librería Causeway de Hong Kong, que huyó de la antigua colonia británica a Taiwán a raíz de las manifestaciones de 2019—.
MANIOBRAS MILITARES
La respuesta de China desde que Pelosi puso un pie en la isla ha sido contundente. Además de la queja expresada al embajador Burns en unos términos de inusual dureza, los Ministerios de Exteriores y Defensa han condenado reiteradamente una visita que, consideraron, “socava gravemente” la soberanía y la integridad territorial de China y los lazos entre Washington y Pekín.
El ministro de Exteriores, Wang Yi, aseguró que la presencia de Pelosi en la isla ha atentado contra “el principio de una sola China”, expresión que supone que solo existe una China y que esta incluye Taiwán, donde se refugiaron las tropas nacionalistas tras ser derrotadas en la guerra civil por el ejército comunista en 1949. Una de las grandes preocupaciones de Pekín es que el viaje de Pelosi genere un efecto dominó que abra la puerta a otros líderes mundiales a visitar Taiwán, lo que se entendería como una muestra de apoyo a la independencia de la isla.
El jefe de la diplomacia china considera que el viaje demuestra de nuevo que Estados Unidos “es el mayor destructor de la paz y la estabilidad regional en el estrecho de Taiwán”. “Ante la misión nacional de reunificar el país, el pueblo chino tiene la firmeza de no creer en el mal y no temer a los fantasmas; la voluntad de no dejarse intimidar ni quebrantar; la determinación de estar unidos; y la capacidad de defender resueltamente la soberanía y la dignidad nacionales”, puntualizó Wang.
Mientras la visita de Pelosi encendía el sentimiento nacionalista en China —las redes sociales del país se han llenado de mensajes exaltando la unidad nacional—, Pekín ya ha obtenido la “solidaridad absoluta” de Rusia. El ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, calificó como una “clara provocación” la visita. “China tiene el derecho de adoptar las medidas oportunas para defender su soberanía”, sostuvo Lavrov.
La reacción de China no ha sido solo diplomática. Inmediatamente después de la llegada de Pelosi, Pekín anunció nuevas maniobras militares en el estrecho de Formosa, entre las que se incluyen pruebas de misiles. La agencia estatal Xinhua aseguró que Pekín llevará a cabo esos ejercicios con fuego real en las inmediaciones de toda la isla, del 4 al 7 de agosto. Algunas de las maniobras tendrán lugar dentro de las aguas territoriales de Taiwán (a menos de 12 millas náuticas de la costa), según el Ministerio de Defensa de la isla. Un alto funcionario de defensa taiwanés, citado por la agencia Reuters, describió esta medida sin precedentes como “un bloqueo marítimo y aéreo de Taiwán”.
El Ministerio de Defensa chino, por su parte, aseguró que el Ejército Popular de Liberación está “en alerta máxima” y responderá con “una serie de operaciones militares selectivas para defender la soberanía nacional”. Según la agencia France Presse, durante el martes se produjeron una veintena de incursiones aéreas chinas en Taiwán. China ha dejado también abierto el espacio aéreo de la provincia de Fujian (la más cercana a Taiwán desde la parte continental) exclusivamente para el uso del ejército.
Ante el aumento de la presencia militar del gigante asiático en las inmediaciones de Taiwán, el Ministerio de Defensa taiwanés ha advertido de que enviará refuerzos a la línea divisoria del estrecho de Formosa para disuadir las “amenazas enemigas”. La isla ha elevado también su nivel de alerta militar. Según medios taiwaneses, varios buques chinos ―un destructor de misiles y una fragata― están desde el lunes cerca de sus aguas. Los dos portaaviones de la Armada china —el Liaoning y el Shandong—se encuentran también navegando en aguas del mar del Sur de China, según el diario oficialista Global Times.